lunes, 23 de marzo de 2009

El Comisario de Luis XV


La saga de Nicolás Le Floch
Aunando novela histórica y policíaca a la vez, emerge de la vulgaridad que se amontona en las librerías el comisario Le Floch, hijo del ingenio y sapiencia de Jean- François Parot, diplomático y especialista en la historia del París del siglo XVIII.

Le Floch comienza siendo un joven que sale de su Bretaña natal para buscar fortuna - como hiciera en su día D'Artagnan de Gascuña - y entra al servicio del Jefe de Asuntos Secretos de Su Majestad Luis XV, Rey de los franceses.
Allí trabará amistad con Charles Henri Sanson, verdugo de París y una especie de CSI de la época que será de mucha utilidad en las investigaciones del joven Comisario del Châtelet.

También le será de inestimable apoyo y estímulo Monsieur de Noblecourt, erudito, antiguo magistrado, goloso, vecino y cliente de un buen panadero, poseedor de una discreta pero cómoda mansión y de un perro llamado Cyrus. En su casa hallará el joven policía refugio y vivienda siendo, en palabras del propio Noblecourt, "...vuestro remanso".

Muchos más personajes de la época se entrecuzarán en las andanzas de Nicolás Le Floch. Desde la Pompadour, la que reinó por amor, al propio Rey, pasando por el todopoderoso Sartine y toda la corte de Versalles, intrigante, barroca, dilapidadora y espléndida.

Éste es el mundo en el que se mueve una creación literaria de un calado muy profundo, pues amén de las tramas urdidas por su autor, el fresco que nos ofrece del París de aquellos años es tan amplio, tan rico, tan detallista, que bien podemos decir que lo que más nos intriga de sus libros es la minuciosa reconstrucción histórica que en ellos realiza y como ésta no nos aburre en ningún momento.
Ciertamente, hay escritores que mojan su pluma en la tinta de los dioses.

Las historias
Hasta ahora han aparecido en castellano, publicadas por Edhasa, tres volúmenes:

- El enigma de la calle Blancs-Manteaux
- El hombre del vientre de plomo
- El fantasma de la calle Royale


Es imposible destacar uno u otro, pues todos son, a mi modesto entender, magistrales. El misterio está trabado con solidez, de la parte histórica ya les he hecho referencia y el estilo narrativo es ágil y nada pomposo. ¿Qué más se puede pedir?

Forzoso es decir que es mucho mejor leerlo en francés y que existe una película - una TV movie, según me dicen - acerca del personaje realizada en Francia. Apartemos por ahora éstos detalles y, si me es permitido sugerirles algo, les diría que se hagan con los tres libros, que los devoren, y que se admiren ante la pericia de Jean-François Parot, que deja en todo lo alto el pabellón de la buena literatura actual.

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