miércoles, 8 de abril de 2009
Lo que hizo Holmes en el Tíbet
Los años perdidos de Holmes
Así se titula el libro del mismo nombre, editado en la Colección Narrativa, de Acantilado, que viene a sumarse a la enorme cadena de libros acerca de Sherlock Holmes que no forman parte del canon. No es, sin embargo, uno más. A parte de saciar la curiosidad que todo buen sherlockiano pueda sentir respecto a qué demonios fue a hacer Holmes en Lhasa - queda aún por conocer la gestión ante el Jalifa de Khartoum o las misteriosas investigaciones en Montpellier - mientras el público creía que había muerto en la catarata del Reichenbach, el libro posee por si mismo calidad y estilo.
El autor
Como no podia ser de otra manera, el autor no es occidental. Sólo alguien versado en aquellas latitudes, aún hoy en día tan desconocidas para la mayoría de la gente, podía acometer el trabajo de desentrañar las peripecias de un Holmes transmutado en un explorador llamado Sigerson.
Jamyang Norbu sabe, pues, de lo que habla. Es un escritor fuertemente comprometido con la causa tibetana, con su cultura y con su política lo que le hace, al menos a mi manera de ver, noble y digno. Es director del Amnye Manchen Institute y también del Tibetan Institute of Performing Arts. Entre sus obras cabe destacar Warriors of Tibet, Illusion and Reality y la presente que, por cierto, recibió el Crossword Book Award en el 2000.
La trama
Ciertamente, el año 1891 no fue uno de los mejores para los admiradores del célebre detective británico. Conan Doyle, harto de la esclavitud a la que le sometían editores y público, decidió matar a Sherlock Holmes. Y así lo hizo. El profesor Moriarty, su eterna némesis, y él mismo, cayeron en mortal lucha hacia una muerte segura en la catarata de Reichenbach. Las cartas airadas de los lectores del Strand Magazine se amontonaban en la mesa del director. "¡Grandísimo bestia!" comenzaba una de las más suaves.
Dicen que hasta la madre del propio Conan Doyle le prohibió que la visitara "hasta que volviera a escribir acerca de aquel caballero tan distinguido".
Cuando lo "resucitó" dos años más tarde en "La aventura de la casa deshabitada" - ¡y de qué manera tan genial, por Júpiter! - Holmes explicó sucintamente a un Watson perplejo y feliz a la vez por el retorno de su amigo, y cito textualmente, que "Viajé durante dos años por el Tíbet y pasé un tiempo en Lhasa". Detengámonos aquí. Lhasa era entonces una ciudad prohibida, y cuando se abrió del todo fue a cañonazo limpio, cañonazos ordenados por el general inglés Yougshband. El Tibet era tierra de nadie, tierra de misterios y de demonios. Pero la Rusia Zarista, la China Imperial y las potencias occidentales, especialmente el Imperio Británico, sabían que también era la llave de Asia. Quien controlase el Tibet, controlaria el mundo, decían los textos antiguos. Y así era. Se hace difícil, pues, creer que por mucho Holmes que fuese, el detective se pasease por aquella región como si lo hiciera por el Serpentine londinense.
Nadie tuvo conocimiento exacto y veraz de lo que hizo un errabundo Holmes por aquellos parajes, y las dudas y especulaciones de todo tipo crecieron hasta que Jamyang Norbu descubrió en el interior de una caja un viejo manuscrito cuyo autor era Hurree Chunder Mookerjee. En él se cuentan las aventuras que ambos vivieron en Lhasa, sí, pero también en China, en Simla, y en las cordilleras del Himalaya, el techo del mundo y la morada de los dioses, el lugar donde se halla la entrada a la ciudad de Shamballah y la de Agarhta.
Ciertamente, es una gran aventura que gracias a la labor de amanuense de Hurree y la de investigador de Jamyang hoy podemos paladear con satisfacción.
Ediciones
Que yo sepa, en castellano sólo existe ésta, la del Acantilado, con una excelente traducción de Roser Villagrasa a la que hay que agradecer que conozca de verdad los idiomas que maneja. Lo señalo porque, desgraciadamente, no siempre es así. Por lo demás, ¿qué quieren que les diga? Simplemente que se arrellanen en un sillón y se dispongan a penetrar una vez más en ése mundo maravilloso y fantástico de Sherlock Holmes, ésta vez sabiamente recreado por un hacedor de historias de gran talla, Jamyang Norbu.
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