miércoles, 29 de abril de 2009

Alejandro Dumas, el quinto Mosquetero


Henri Troyat, el sexto Mosquetero

Si el autor de ésta magnífica biografía del Maestro Dumas le ha otorgado el título de quinto Mosquetero, bien podemos nosotros darle a él la categoría de sexto, pues lanzarse a escribir una biografía tan densa, tan llena de matices, y que el resultado sea tan ligero de lectura como una novela, es casi un milagro.

Ahora bien, cuando hablamos de Henri Troyat no lo estamos haciendo de un cualquiera. A pesar de haber nacido en Moscú en 1911, desde la niñez pasó toda su vida en Francia. Es un excelente novelista y se le considera uno de los biógrafos más reputados de toda Europa. Troyat es miembro de la Academia Francesa desde 1959 y ha cosechado numerosos premios, entre ellos el justamente prestigioso Premio Goncourt por su novela "L'araignée".

Destaquemos entre su prolífica obra todo el ciclo biográfico que dedicó a personajes históricos de Rusia. algo se le tenía que pegar por haber nacido en Moscú. Así pues, entre ellos, destaquemos "Catalina la Grande", "Alejandro II", "Pedro el Grande", "Iván el Terrible", "Las Zarinas", "Rasputín" y "Marina Tsvetaeva".

Editorial El Ateneo ha publicado en castellano "Pablo I" (2004) y "Nicolás I" (2006)

Contenido de la obra


Apuntábamos que hacer de biógrafo de Dumas, cuando se hace tan bien como lo hace Troyat, es escribir una novela donde los hechos reales se convierten en una narración apasionante. El biógrafo nos describe a un Dumas amante impenitente, gastrónomo y epicúreo aunque un tanto fantasioso - tan solo hay que recordar su famosa receta de Pies de Elefante -, padre múltiple pues tuvo varios hijos, algunos reconocidos tras mucho pleitear por parte de sus madres, otros bastardos...

Es una biografía en la cual aprenderemos a apreciar a un hombre que lo quiso todo, que todo lo tuvo y todo lo perdió varias veces para volver a renacer como el Ave Fénix. Participó del movimiento romántico desde sus inicios, fuer amigo leal de Víctor Hugo, asumió compromisos políticos, por ejemplo con Garibaldi, cuando podía quedarse cómodamente instalado en su Olimpo particular. Fue dilapidador, generoso y derrochador. Amasó fortunas con la misma negligente elegancia con la que las perdía, edificó un castilo al que bautizó, ¡cómo no!, Montecristo y viajó, viajó mucho. Italia, España, Alemania, Rusia, el Cáucaso, Argelia o Túnez vieron holladas sus tierras por los pies de éste incansable Gargantúa de la vida.

Algunos amargados quizás les digan que tenía negros trabajando para él, que copiaba obras de otros autores, que robaba sin escrúpulos ideas de los demás. ¿Y qué? ¿Acaso no era Alejandro Dumas? ¿Qué resta de los otros? Nada. ¿Que resta de Dumas? La gloria de uno de los colosos de la literatura mundial.

Lean, pues ésta biografía que les hará disfrutar tanto como si la hubiese escrito el propio padre de "El Conde de Montecristo", lo que no es parco elogio, ¡vive Dios!.

Ediciones

La que poseo también está editada por "Editorial El Ateneo", 2006, con traducción de Silvia Kot.

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